sábado, 15 de noviembre de 2008

Hay Lunas

Hay lunas que cuelgan
impávidas, persistentes,
golpean ventanas sordas,
pretenden miradas que se pierden
en el celoso rincón que habito
cuando la noche se cierra indiferente.

Hay otras lunas enormes,
orgullosas, altivas,
cómplices furtivas de temblores
en las horas que se atreven al amor,
espejos de fuego y piel ardiente,
manos al cielo para dos.

Hay lunas de tantos colores,
formas y destellos diferentes,
blancas de frío,
doradas como anhelos,
oscuras y dormidas
en el cono de sombra pasajero.

Ariscas uñas,
sonrisas plenas
globos, arcos, puentes
trozos de esferas cunas.

Y están las otras lunas,
eternas habitantes de mi pecho,
ocultas, pero vivas,
porfiadas obreras de sueños,
coronas de lobos solitarios y feroces,
llama poderosa de vida ,
motor incansable de deseo.

Esas son las que me alumbran.


1 comentario:

Anónimo dijo...

La luna se puede tomar a cucharadas
o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante
y también alivia
a los que se han intoxicado de filosofía
Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,
y para alejar a los médicos y las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños
cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
ayudan a bien morir


Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna
a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte
y para los condenados a vida
no hay mejor estimulante que la luna
en dosis precisas y controladas.

Jaime Sabines