martes, 23 de junio de 2009

El Espejo de Hoy

En la noche más antigua yacían juntos, por primera vez, la mujer y el hombre.
Entonces él escuchó un ruidito amenazante en el cuerpo de ella, un crujidero de dientes entre sus piernas, y el susto le cortó el abrazo.
Los machos más machos tiemblan todavía, en cualquier lugar del mundo, cuando recuerdan, sin saber qué recuerdan, aquel peligro de devoración.
Y se preguntan, sin saber qué preguntan: ¿Será que la mujer sigue siendo una puerta de entrada que no tiene salida?
¿Será que en ella queda quien en ella entra?

Eduardo Galeano
(El Pánico Macho - Espejos)

jueves, 18 de junio de 2009

Niña




Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento y pleno,
anegando los aires,
verde deslumbramiento,
hasta volvernos verde la mirada.

Nombras el cielo, niña.
Y el cielo azul, la nube blanca,
la luz de la mañana,
se meten en el pecho
hasta volverlo cielo y transparencia.

Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
baña la tierra negra,
reverdece la flor, brilla en las hojas
y en húmedos vapores nos convierte.

No dices nada, niña.
Y nace del silencio
la vida en una ola
de música amarilla;
su dorada marea
nos alza a plenitudes,
nos vuelve a ser nosotros, extraviados.

¡Niña que me levanta y resucita!
¡Ola sin fin, sin límites, eterna!

Octavio Paz

lunes, 15 de junio de 2009

La Ultima Inocencia II

Qué es esto que ves
horrorizada
Sí, hay rostros, hay palabras
hay demasiados versos que no son
ni han sido y sin embargo,
estuvieron.

Está el bosque más oscuro
que ningún otro invierno.
Las espinas dialogan bajo mi piel
y el húmedo aliento de un grito animal
estremece mis pasos.

Silencio.

No oír, no decir,
para no temerle después
a la fiera que habrá de devorarme.


jueves, 11 de junio de 2009

No es que muera de amor.....

No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del mundo, dichosa, penetrada,
y cierto , interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e incesantes.

Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.

Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

Jaime Sabines

miércoles, 10 de junio de 2009

Hay un aire espeso
húmedo, constante
parecido al último respiro
cuando no me respiras.

Hay una piel como una piedra,
blanca coraza de hielo
impenetrable, indiferente
cuando no me acaricias.

Hay un boca quieta y muda
ausente de gestos y de risas
sedienta de tu beso
cuando no me besas.

Hay un deseo
pronunciado a la noche
cien veces, mil veces
hasta dormirse agotado
de llamarte.

Hay un intento
de arrancarte de mi cuerpo
cada día.
Pero sobre todo hay un intento
inútil, y sentenciado a muerte.


sábado, 6 de junio de 2009

Esta mañana


La mañana es un peso brumoso
está fría, está sola
los pasos no suenan
ni suenan canciones
entre el humo de estos pensamientos
lejanos, quietos, entregados.
Allí adentro, los grises,
dan su batalla.
Aquí, afuera,
la mujer que soy le sonríe a la ilusa certeza
de que el asombro
aún espera.

martes, 2 de junio de 2009

Morir

Anoche lo ví
inerte, como una alfombra
en la calle
entre las luces
entre gente apurada.

Se hizo el silencio
y fugó hacia alguna parte
lejos del caos
hacia la nada
hacia ningún beso
hacia ninguna risa
hacia nada más.

En mi memoria,
sus brazos extendidos
implorando el abrazo,
sus ojos perdidos
en ninguna mirada.
Y nada había
más que la calle,
y las luces,
y gente apurada.

Y de pronto
quise vivir
dejar de amontonar días,
vivir!