No hay un silencio más parecido a la muerte
que éste habitante entre las hojas desgarradas
del jardín donde se han fugado todas las mariposas
revoloteando rabiosas hacia otras flores
abiertas y húmedas como fuiste, prisionera
atada tu frente a los pies azules de Afrodita
arrodillada entre las ramas del tenaz deseo.
No hay fruto más amargo que ya puedas morder
ni entre tus brazos el aliento del vendaval más furioso
barriendo el lecho de cenizas que yace sobre tu vientre, madre
progenitora de caricias fervientes como en las manos de los ciegos
aferradas al contorno de algún imaginario rostro que sonríe.
No hay un solo hueco de luz entre las voces amontonadas
tejiendo palabras agridulces entre las fibras de tus sienes
zumbido insistente que no se rinde ante tus ruegos, mendiga
vagabunda entre los oscuros reflejos de lo que queda:
un montón de huesos blandos esbozando tu silueta de mujer.
miércoles, 26 de mayo de 2010
lunes, 17 de mayo de 2010
Escrito con Tiza
Uno le dice a Cero que la nada existe
Cero replica que Uno tampoco existe
porque el amor nos da la misma naturaleza
Cero más Uno somos Dos le dice
y se van por el pizarrón tomados de la mano
Dos se besan debajo de los pupitres
Dos son Uno cerca del borrador agazapado
y Uno es Cero mi vida
Detrás de todo gran amor la nada acecha
Oscar Hahn
viernes, 14 de mayo de 2010
Lee, Señor mis versos defectuosos
Lee, Señor mis versos defectuosos
que quisieran salir pero no salen:
ya ves que poco valen mis esfuerzos
y mis desdichas ay qué poco valen
Con tu ayuda saldrían universos
de palabras preñadas pero salen
débiles moribundos estos versos:
deja que el último suspiro exhalen
Ayúdame, Señor: que no zozobre
en la mitad de este terceto pobre
mira estas ruinas: palpa su estructura
dónales lo que tengas que donarles:
y la vida que yo no supe darles
dásela tú, Señor, con tu lectura.
Oscar Hahn
que quisieran salir pero no salen:
ya ves que poco valen mis esfuerzos
y mis desdichas ay qué poco valen
Con tu ayuda saldrían universos
de palabras preñadas pero salen
débiles moribundos estos versos:
deja que el último suspiro exhalen
Ayúdame, Señor: que no zozobre
en la mitad de este terceto pobre
mira estas ruinas: palpa su estructura
dónales lo que tengas que donarles:
y la vida que yo no supe darles
dásela tú, Señor, con tu lectura.
Oscar Hahn
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