miércoles, 25 de febrero de 2009

Corazón

Ay, corazón!
te has recluido tanto tiempo
en cajones de espera y agonía
encadenado a una sombra
a mil sombras
a dos manos quietas
a un árbol caído.

Tú que has sido terco y mendigo
que te has inventado mil excusas
contra el olvido,
-qué digo olvido!-
contra el evidente desamor
que hasta un invidente vería
pero no tú,
corazón.

Tú que has sabido de infiernos,
penumbras, ojos abiertos como lunas
en las bocas negras de la eterna noche
ya no puedes
-ni quieres-
ser testigo de tu muerte.

Corazón, que solo te haces chiquito
cuando te aprietan en un puño
de sueños rotos, imposibles.
Pero la mano se abre,
- siempre se abre-
y respiras, creces
amas con ese amor gratuito
sin nombre, sin rótulo
sin facturas.

Y vas estirando tus músculos,
te vas saciando de mi sangre
otras fibras
otros sabores
semillas de nuevas flores y frutos
sobre los que te recostarás sonriente
en esta dulce estación
que precederá al invierno.


Táctica y Estrategia

Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos

mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible

mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos

mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos

mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple

mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.


Mario Benedetti


Creo que mi soledad debería tener alas

La Carencia

Yo no sé de pájaros,
no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas.

Alejandra Pizarnik

La Jaula

Afuera hay sol.
no es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.

Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.

Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.

Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.

Alejandra Pizarnik

miércoles, 18 de febrero de 2009

Ayer quise.....

Hoy quiero llorar
tender mi humanidad sobre la sábana
y llorar, llorar, hasta que no haya nada
que llorar.

Quiero dejar afuera las calles, las bocinas
el ruido de la gente y del día blanco, espeso,
y hasta mi propio ruido,
llenar mi pelo de estrellas mojadas,
remontar al cielo de mi casa los deseos fríos,
desgastados,
y soltar la soga, solo dejarlos flotar e irse,
como si nunca hubiesen crecido en este pecho.

Hoy quiero derramar torrentes,
cascadas de ilusiones, cuerpos distanciados,
trampas, dudas,
y algunas certezas
y algunas caricias
y verdades como agujas.


Hoy quiero vaciarme,
vaciar mi cuarto de piedras,
mis brazos de memoria,
mi vientre de cenizas,
quiero llorar este mundo infame
y tan hermoso,
hasta la ultima gota.

Y se me ha colado un desierto por la mirada
donde me encuentro tirada,
en esta noche áspera e inútil,
sin poder derramarme,
ni derramarte.

martes, 17 de febrero de 2009

Me dueles

Me dueles.
Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza, córtame el cuello.
Nada queda de mí despues de este amor.

Entre los escombros de mi alma búscame,
escúchame.
En algún sitio mi voz, sobreviviente, llama,
pide tu asombro,
tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara el mundo.

Qué claridad tu rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.

Jaime Sabines

martes, 10 de febrero de 2009

Garabatos de Aeropuertos

Profunda
como el rojo vivo
abierta
como esta mano vacía,
naciste, creces
te cuelas como el agua
entre las piedras
de mi cuerpo,
tan salada,
que me ardes
tan punznate,
que me dueles.

Eterna y cruel herida
deshabítame ahora
o ciégame para siempre
pero deja de gotearme vida
por minutos
en este lecho moribundo
y solitario
en el que espero que por fin
te apiades
o me olvides.