martes, 25 de noviembre de 2008

Dos cuerpos

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.

Octavio Paz

lunes, 24 de noviembre de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

Un perro roto


UN PERRO PUEDE estar rengo, ronco, ciego, hambriento, descaderado, sordo, encandilado, roto, puede sacar la lengua porque está cansado e inventarse otra para lamerse; puede ser un hotel lleno de parásitos, puede llorar, aullar, desconsolarse, saberse animal y doméstico, puede no tener dios a su perruna imagen y semejanza, ni virgen maría; ni saber la hora, ni saber el año, ni saber si el frío está afuera o en sus huesos, ni saber si aquello que lo pateó es el diablo; puede entender catorce palabras de hombre, y entender que un año para él son siete años y que la muerte llega así más pronto; un perro puede estar mal, horriblemente mal, a punto de morirse, pero igual -si lo llamás con ganas- agarra y viene y te arma fiesta y te mueve la cola y se te queda al lado, por las dudas de que vos estés más triste.

Hernán Casciari

El Juego

Son pasos secretos
los que adivino,
una silla vacía
guarda tu rostro
que me mira
desde la otra esquina.

Construyo tus manos
tras el arco de mi espalda
que también te adivina
y ensaya caricias
sudores
respiros.
Flanqueo el borde
del delirio
como probando suerte
desafiando lo inevitable
resistiendo lo débil
del hilo que nos une
y nos separa.

Tiro los dados
que caen a tu favor,
juego a no perder
más puntuaciones,
y deliberadamente
te dejo ganar
apilar de a una
las fichas de mi piel
mis huesos, mis ojos
mi vientre vacío
mi pecho que desborda
gemidos
y hasta mi razón

A veces
adivino hasta tus derrotas
cuando recupero mis fichas
y quedan girando
sin sentido
sin destino
entre mis dedos
vacíos de ti
y de mí.


sábado, 15 de noviembre de 2008

Hay Lunas

Hay lunas que cuelgan
impávidas, persistentes,
golpean ventanas sordas,
pretenden miradas que se pierden
en el celoso rincón que habito
cuando la noche se cierra indiferente.

Hay otras lunas enormes,
orgullosas, altivas,
cómplices furtivas de temblores
en las horas que se atreven al amor,
espejos de fuego y piel ardiente,
manos al cielo para dos.

Hay lunas de tantos colores,
formas y destellos diferentes,
blancas de frío,
doradas como anhelos,
oscuras y dormidas
en el cono de sombra pasajero.

Ariscas uñas,
sonrisas plenas
globos, arcos, puentes
trozos de esferas cunas.

Y están las otras lunas,
eternas habitantes de mi pecho,
ocultas, pero vivas,
porfiadas obreras de sueños,
coronas de lobos solitarios y feroces,
llama poderosa de vida ,
motor incansable de deseo.

Esas son las que me alumbran.


martes, 11 de noviembre de 2008

El Pozo


Me asomo a tu boca
y siento sed.
Tu boca que se despide en lo profundo
hoyo oscuro, hueco
eco lejano y débil,
y siento sed.

Sed de tu boca fresca
y de aquella también ardiente,
lengua que no me pronuncia
ni me abraza,
y en todo mi cuerpo
siento sed.

Inútiles,
la garrucha y el pozal
pretenden beberte,
pero apenas traen de ti
el aire que me dejas,
aire que falta,
aire que no respiro,
si no estoy bebiendo
de tu boca.

Cabo Polonio

Cabo Polonio

El Diario de Hoy


El bombero vecino.
TENGO UN VECINO que es un bombero jubilado. Gran fiesta el día que le fue concedida la jubilación, finalmente libre para dedicarse a sus propios asuntos.
Pasan algunos meses y mi vecino un día baja al jardín con una manguera para regar las flores. Pasa algún tiempo y sustituye la manguera por una más grande. No más larga, sino de un diámetro mayor. Hizo instalar una bomba, de modo que el agua sale con fuerza, más lejos. En los intervalos entre una regada y otra, lustra el extremo de metal con una franela para que no se oxide.
Llega el otoño y mi vecino primero enciende un fuego con las hojas secas, después uno con arbustos, y todo para al final apagarlo con la manguera. Pero no parece satisfecho. Tiene la mirada perdida, mira mi casa de arriba a abajo, como si evaluara la superficie, y entretanto no hace otra cosa que asegurarse de que su bomba funcione bien. Espero aterrorizado el invierno.

(Texto de Guillermo Piro)

sábado, 8 de noviembre de 2008

Baños matinales de un sábado cualquiera

Esta mañana no podía dormir. Anoche tampoco dormía.
El teléfono sonó, sonó la voz lejana, sentía los pasos, los pájaros.
La mano del hombre que recortaba setos me distraía.
Ladró un perro, ladraron dos.
El mundo giraba y yo giraba fuera de él.
Desisto del sueño, de todas formas, cuando sueño continúo vigilias, retomo escenarios que parecen no dejarme, me acechan en esa oscuridad indominable donde no puedo ser ni dueña de mí.

Al menos despierta podré intentar soñar algo que yo decida.

Estiro mis piernas, mis brazos, mi espalda, minimizo mis ropajes (hace calor) y voy por un café, fuerte, amargo y milagroso. De esos que me gustan.

Me sumerjo en las aguas del temazcal, y de a poco, el ruido de la corriente, las semillas, las aves y los instrumentos de viento y percusión me alejan de aquí. Aromas de copal se mezclan con el café humeante y siento que renazco. No es casualidad.
Me gusta este ritual de purificación matutina, prácticas de iniciación para un cuerpo acabado, que tiende puentes, que me lleva a una tierra lejana que añoro pero es también mi tierra, me lleva a los amigos, al amor, me devuelve algo de cada pérdida, pero con un color diferente.
Todo es diferente al día siguiente.

Transpiro desesperanzas y desganos.
Vacío.
Inicio.
Impulso.

Una voz me da los buenos días.
Converso. Conversamos.
Hablamos de resacas, de adicciones buenas y malas, de ataduras, de sabores, de teorías.
El anota.
Yo corrijo.
Pretendo decir humor y digo amor. Será que el humor me sobra?
(Eso lo habrá anotado?)

Con la última nota del Malitzin, salgo al vapor de la mañana y se me antoja sentarme bajo el ciruelo. Primera decisión mal tomada, me digo, cuando comienza a llover intensamente apenas terminaba de sentarme sobre el pasto. Pero como soy terca, y suelo resistirme, esta vez decido que mi decisión será buena.

Entonces cierro los ojos y me mojo.

A que debería temerle?

Ventana sobre la palabra

Magda Lemonnier recorta palabras de los diarios, palabras de todos los tamaños, y las guarda en cajas. En caja roja guarda la palabras furiosas. En caja verde, las palabras amantes. En caja azul, las neutrales. En caja amarilla, las tristes. Y en caja transparente guarda las palabras que tienen magia.

A veces, ella abre las cajas y las pone boca abajo sobre la mesa, para que las palabras se mezclen como quieran. Entonces, las palabras le cuentan lo que ocurre y le anuncian lo que ocurrirá.

Eduardo Galeano

Cabo Polonio


Cabo Polonio


viernes, 7 de noviembre de 2008

Punto Muerto

No hablaba, no oía, no miraba
transitaba una y otra vez
entre decisiones detenidas
en punto muerto.

Sentía pero no creía
rasgaba la pared
imposible del olvido
y las manos sangrantes
tocaron punto muerto.

El humo habitó su boca
y vació palabras sin destino
agudos pensamientos febriles
de una noche
en punto muerto

Ahogó en un puño el papel
de su historia inútil
derramó sal y anhelos
sobre su pecho abierto
que ya latía mudo
en punto muerto.


lunes, 3 de noviembre de 2008

Cabo Polonio


Cabo Polonio


Cabo Polonio




Cabo Polonio




Existe un lugar donde el Pampero moldea su silueta y entonces cambian las visiones como cambia el tiempo, el viento y el corazón del hombre. Su pulso fue mi pulso, en este noviembre que no supo ser abril y ya no sabía cómo esperar.

Sur y norte en alternancia refugia puñados de pasos vagabundos y los que allí llegan por caminos heroicos y demorados jamás olvidan su lenguaje, se enamoran, se hacen viento, mar y arena.

La noche es tan abrupta que duele mirar estrellas, y el destello de un alto guía, preciso y oportuno, marca el rumbo hacia la costa a los navegantes, los amantes fugaces y las almas sedientas de soledad y asombro.



L.