jueves, 29 de abril de 2010

Al vacío

Sentir el aire liviano bajo los pies
aflojar los músculos
decir que sí cuando el “no” te grita-
despiadado- huye!
y no escucharlo, y no sentirse
temblar en la cornisa

Sentir el zigzagueo de la sangre
devorarte las entrañas
morderte en la estática posición fetal
encerrada en el silencio de los cobardes
en la cueva del olvido

Sentir que puedes lo imposible
lo innombrable que se hace voces
gritando entre tus sienes
salta! salta!
no esperes nada
aquí te espero.


viernes, 23 de abril de 2010

Estos ojos


Estos ojos
de miel y limón
por donde se cuelan
pedazos del mundo
y derraman todos los mares
me pesan
Estos ojos
que cuando te miran
son como espejos
con reflejos de alegría
me estallan
Estos ojos
clausurados a la verdad
que duele como espinas
clavadas en la frente
me condenan
Estos ojos
no me dejan nunca
quiero arrojárselos a los ciegos
quiero vaciarlos de mares
de mundo, de alegría pasajera
quiero que dejen de mentirme
y no me dejan

domingo, 7 de marzo de 2010

Los amantes


Los amantes construyen el verso
sus pieles recitan la poesía
contenida dentro del pecho
sus manos moldean las palabras
que nunca se dijeron
y se ahogan en las bocas
inquietas, desbordadas
de gemidos y de besos
Los amantes no conocen del tiempo
los minutos son horas, son una vida
tan solo un relámpago de sueños
se escapan, corren
ahuyentan multitudes y miradas
porque en su abrigo habrán de encontrar,
se encuentran, se detienen
Los amantes construyen el verso
los minutos son horas, son una vida
contenida dentro del pecho
sus manos moldean las palabras
inquietas, desbordadas
de gemidos y de besos
sus pieles recitan la poesía
que nunca se dijeron
se escapan, corren
y se ahogan en las bocas
se encuentran, se detienen
porque en su abrigo habrán de encontrar
tan solo un relámpago de sueños
ahuyentan multitudes y miradas
los amantes no conocen del tiempo
 

lunes, 1 de marzo de 2010

Preguntas

En las hojas de su vida
los días escriben las preguntas
con tinta desgastada

Qué fué su pasado?
Un eco.

Quién fue la niña?
Un pájaro.

Quién es la mujer?
Un cofre.

Qué será el mañana?
Una página
siempre en blanco.

jueves, 25 de febrero de 2010

Irracional


Crece en los ojos
ventanas de fuego
mordisquea el corazón
jugosa presa
habla desde las venas
con palabras encendidas
sin respuestas resiste
en su atropello animal
bordeando la locura
arañando la coherencia
ejerciendo el poder de las bestias
del oscuro bosque elemental
Quién eres, detrás de mi piel?
A quién dominas, feroz impulso?
Ya no reconozco mi olor humano
O acaso es la memoria soplando entre las hojas
del primero, primitivo hogar?
 

lunes, 22 de febrero de 2010

Ser

A veces solo se trata de dejar quietas las palabras
hormigueando entre mis manos torpes e indecisas
acorralar sentimientos que gritan espanto contra las rejas
y luego inventar salidas al encierro del invernal refugio

A veces el viento no me toca y no me alcanza la lluvia
los senderos de las preguntas se hacen tan angostos
cansinos, intransitables para mis pies desnudos
y es solo el tiempo de ser, humana, deshabitada, imprecisa.

A veces me veo con los ojos del mundo y los sueños que son sueños de otros
y veo mujeres que abren y cierran puertas, y vuelven a abrir y se vuelven
eternas buscadoras de un mañana que no tiene nombre ni fechas agendadas
solo minutos goteando en un presente inmortal y brumoso.

A veces es el aire, primaveral, dulce, con rumor a mariposas
que me eleva hasta los brazos del deseo, risueña morada
en la que ríe también el mundo y sus olvidados, los heroicos,
los que insisten, los que perdonan, los que aún se atreven.

A veces se me hunden los ojos en las tinieblas y solo sé respirar
pero no me perturba ya la noche a solas ni la piel oscura
me acomodo entre las almohadas del vacío y me digo que habré de vivir
como me sea concedido, sin más trámite, sin exámenes y sin juicios.

A veces, inesperadamente, encuentro el manantial de tu boca
y regreso a aquella esencia mía de pequeña, de niña enamorada
de ingenua fe, de estrellas fugaces y sonrisas cotidianas
hablo con la que he sido y quisiera ser hasta el fin de mis horas
sin el alma muda de ilusiones, sin partidas, ni miradas del adiós.


jueves, 11 de febrero de 2010

Vaivén

Aquí estoy.
Aquí es un espacio tan chiquito, y en él me siento tan ancha y atrevida.
Mi ventana es el hilo que une a esta mínima existencia y todo lo demás: las luces, el viento que golpea mis persianas y aquél árbol que parece querer tocarme, el infinito lleno de estrellas y caminos, horizonte inacabable, seductora línea.
Ladra un perro, pasan los hombres como puntitos diminutos. Un viejo auto carraspea.
Y yo, desde aquí arriba y en esta noche, me estoy diciendo que es todo lo que ahora quiero.
Pero no todas las noches. Hay noches en las que no me alcanzo ni me sirvo y no hay vientos, ni ventanas, ni infinitos capaces de quitarme una sola gota.
Ahora, mi hogar está desnudo y yo vestida con mi deseo; ahora, siento que el rio de los sueños se derrama sobre el sillón en forma de finos dedos que hablan, expresan, cantan, añoran, y están tocando -como si fuera cierto- algún sendero polvoriento, volcanes, quebradas y hasta la piel de un hombre que se queda, en alguna parte.
Todo fluye de la nada, sin esfuerzo ni agonía.
Todo esfuerzo lleva a la nada y a nadie.
Y ya no me enfado con mi ausencia de palabras y de goces -cuando nada tengo para decir ni sentir- solo soy y me espero.
Me quedo pensando en la retirada, en ese irme, irme, irme, para lograr volver.
Buscando-me.
En ese vaciarme para hallar el regocijo en las aguas que me habrán de llenar.
Buscando-te.
En ese despojo necesario de ruidos, palabras, lugares y sensaciones repetidas que una y otra vez me asalta, cubriendo mis jardines de estatuas y de rejas; y al final (o al comienzo?), inevitablemente, dulcemente, la explosión del regreso, el espejo, la llave, la sonrisa, la brisa en la cara, las ganas, el perdón, las alas, el olvido.

Como un vaivén saludable.


sábado, 30 de enero de 2010

Ese asunto de la ventana II




*...está bien me doy por persuadido
que la alegría no tire más piedritas
abriré la ventana
abriré la ventana...

(Mario Benedetti)

martes, 22 de diciembre de 2009

Apréndeme


Apréndeme de una vez
toma mis minutos, las horas que te doy
toma mis palabras y mis gestos que no ves
y hasta las palabras que no digo, pero sabes
no hurgues entre los escombros de lo que he sido
no tengas miedo, no hay miedo, no hay razones
ni máscaras, ni emboscadas, ni trampas al amor
Soy la mujer real, no la imagen, ninguna idea
la que todo y nada, la que siempre y nunca
la que ves, pero no miras.
Soy tanto y tan poco, soy lumbre y también oscuro hueco
soy esta que no sabe como pronunciar el día
tras una noche de bestias feroces
soy esta que no busca, y que no encuentra
y que no quiere repetirse entre las sombras
Encuéntrame, conóceme, aprende mis angustias
mis recelos, mis débiles defensas al amor
mi cansancio de toda una vida y mi audacia
de una sola noche.
Toma mi pecho, abrázalo, siéntelo
dame calor, dame paz, háblame como a una niña
O no me hables, déjame, aléjame de tu caluroso recuerdo
más no me dejes inmóvil en este acertijo
donde ninguno de los dos se atreve
a mirarse

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Criatura múltiple

Ni siquiera yo sé por qué me vive
la vida, este aluvión de torpes luces
en criaturas reunidas, aguas
que vienen a mezclarse al caudal mío...

Soy yo tantas mujeres en mí misma!
¡Están viviendo en mí tantas promesas,
tantas desolaciones y amarguras,
tanta verdad que no me pertenece!

Tengo la vida demasiado ciega
con recuerdos -¿de dónde?- que me agobian,
con nostalgias profundas -¿de qué cimas?-
¡Y mi voz, viene a veces tan lejos!
¿Qué estéril hembra honda me recorre
esta heredad vital que soy, gritando?
¿Qué mujer oscurísima y humilde
dispone en mí este sol para el consuelo?

¿Qué caminante altísima se cansa
de poblarse en la luz hacia la sombra
y se acoge al origen, a mi orilla,
junto a los dulces animales vivos?

¿Vengo de raza de mujeres tristes,
con todas las tristezas silenciadas,
o que callaron el susurro exacto
del amor, y me empujan a decirlo?

¿Quién me ha ordenado ineludiblemente
hablar con voz ajena a mi silencio,
presintiendo, crecida, o recordando,
existiendo a la vez de tantos modos?

Yo, múltiple, plural, amigos míos,
no soy nada. Soy todo. Soy aquélla
que se quejaba a Dios de no ser río
y ser mar, ser clamor y no palabra,
ser laberinto y no sencilla ruta,
ser colmena y no ser única abeja...

María Beneyto

martes, 17 de noviembre de 2009

Para hacer un talismán

Se necesita sólo tu corazón
hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios.
Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría.
Nada más que un indefenso corazón enamorado.
Déjalo a la intemperie,
donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca y no pueda dormir,
donde el viento y la lluvia dejen caer su látigo en un golpe de azul escalofrío
sin convertirlo en mármol y sin partirlo en dos,
donde la oscuridad abra sus madrigueras a todas las jaurías y no logre olvidar.
Arrójalo después desde lo alto de su amor al hervidero de la bruma.
Ponlo luego a secar en el sordo regazo de la piedra,
y escarba, escarba en él con una aguja fría hasta arrancar el último grano de esperanza.
Deja que lo sofoquen las fiebres y la ortiga,
que lo sacuda el trote ritual de la alimaña,
que lo envuelva la injuria hecha con los jirones de sus antiguas glorias.
Y cuando un día un año lo aprisione con la garra de un siglo, antes que sea tarde,
antes que se convierta en momia deslumbrante,
abre de par en par y una por una todas sus heridas:
que las exhiba al sol de la piedad, lo mismo que el mendigo,
que plaña su delirio en el desierto,
hasta que sólo el eco de un nombre crezca en él con la furia del hambre:
un incesante golpe de cuchara contra el plato vacío.

Si sobrevive aún, si ha llegado hasta aquí hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios;
he ahí un talismán más inflexible que la ley, más fuerte que las armas y el mal del enemigo.
Guárdalo en la vigilia de tu pecho igual que a un centinela.
Pero vela con él.
Puede crecer en ti como la mordedura de la lepra; puede ser tu verdugo.
¡El inocente monstruo, el insaciable comensal de tu muerte!

Olga Orozco

Con esta boca, en este mundo....


No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,
aunque me tiña las encías de color azul,
aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,
aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas
y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.
Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,
ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,
y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,
ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta dura nieve
donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.
Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.
Hemos hablado demasiado del silencio,
lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,
como si en él yaciera el esplendor después de la caída,
el triunfo del vocablo con la lengua cortada.
¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!
He dicho ya lo amado y lo perdido,
trabé con cada sílaba los bienes que más temí perder.
A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,
retumban, se propagan como el trueno
unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.
Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.
Hemos ganado. Hemos perdido, porque ¿cómo nombrar con esa boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?
Olga Orozco

domingo, 8 de noviembre de 2009

lunes, 26 de octubre de 2009

Indiferencia




Creer que somos invisibles, intocables
que el brazo que esgrime el puñal del dolor
no es lo suficientemente largo, ni aplastante,
ni siquiera incómodo.
Creer que siempre estaremos del otro lado
de este lado, el de los justos, el de los inocentes
merecedores de toda exoneración
aislados, inmunes a la mordida del hombre.

Creer que párpados abajo callamos nuestras culpas
que no somos dioses - pero está escrito -
tampoco humanos.
Creer que si dejamos de escuchar
las voces serán calladas
y las marchas fúnebres habrán de cesar
su lastimoso, punzante quejido.

Creer?. O no creer en nada?
Sentarnos a esperar que la vida se pronuncie
con todo el peso de lo que no hemos hecho
ni jamás haremos por aquellos,
los del otro lado.