lunes, 29 de diciembre de 2008

Belén

Llegas a destiempo
colgada de la estrella
que te nombra,
diminuta, casi imposible,
agobiada por los embates
de tu carne cuna,
rojo universo que llora
y llora
incesante desesperanza.

No has crecido en mi vientre
pero naces de mi historia,
te gestas en mis pasos decisivos
alejándose de la mano que te toma.
Su anhelo que fue mi anhelo
te fecunda,
débil como el amor
que se busca entre las sombras.

Te imagino, chiquitita,
solitaria,
combatiendo las horas y los días
con la terquedad heredada.
Casi puedo ver tus ojos negros
reflejados en el vidrio que te guarda
y entonces quisiera susurrarte
que serás niña tan querida,
mujer valiente,
mujer amada.

Vendrás una mañana a verme
entre los brazos que tantas noches
me abrigaron,
te regalaré mis lágrimas de alegría
y nos iremos cantando bajito,
bajito,
por la senda de naranjos.


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