sábado, 25 de octubre de 2008

Valizas





....y llegamos a la cima sin aliento...y tus ojos de mar risueños y cómplices, me contaban que te habías iniciado en el amor. En esta tierra que te vió nacer, nacieron tus primeros temblores.
Y la mujer triste sintió nostalgia del deseo, que seiscientos cincuenta días después, volvió a rescatar...

Nélida

Habita en un rincón que la habita
y entre pensamientos y quejidos
transitan sus grisáceas pupilas entre los trastos,
las ventanas y las fotos del tiempo
que ya no está.

Débiles hilos de ceniza la cubren
y se confunden entre los pliegues
de su frente, que por momentos,
parece haberse encaprichado
en una sola dirección hacia sus pies.

La miro y miro sus manos
como ramas quebradizas
astilladas de tiempo, agua
sol y frío,
y me toman
como un intento tardío de aferrar la vida.
No dice nada,
solo me sonríe,
y tiembla
junto a mi mano que la repite.

Las horas se aburren
de esperar por la noche
y la noche es un negro agujero
en el que a veces sale el sol
y vuelve a ser niña
y vuelve a correr
y vuelve a reír
y se olvida hasta que amanece
que el cruce se tarda demasiado
y la espera le pesa como no le ha pesado
ni el amor, ni el trabajo, ni el parto
ni toda la vida que ya no es.

viernes, 24 de octubre de 2008

Terapia de letras

Sufro – dijo ella –

Escribe – sentenció sin mirarla –

Las palabras nos vacían
de pensamiento
y el dolor se escurre
entre las manos
como agua que no retorna

Siempre retorna – es inevitable –
la tristeza se hace líquida
desborda, se agota, se seca
y vuelve a fluir

Vuelve a escribir – y esta vez sonrió –

Las lágrimas se hicieron palabras
y éstas agujas
el papel fue pañuelo,
cuna y abrigo

Mientras escribía,
crecía
mientras crecía,
reía
mientras reía,
transformaba.

El relámpago se hizo brisa,
la brisa viento sur
y al amanecer
sufría
casi sin darse cuenta.