Profunda
como el rojo vivo
abierta
como esta mano vacía,
naciste, creces
te cuelas como el agua
entre las piedras
de mi cuerpo,
tan salada,
que me ardes
tan punznate,
que me dueles.
Eterna y cruel herida
deshabítame ahora
o ciégame para siempre
pero deja de gotearme vida
por minutos
en este lecho moribundo
y solitario
en el que espero que por fin
te apiades
o me olvides.
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