miércoles, 10 de junio de 2009

Hay un aire espeso
húmedo, constante
parecido al último respiro
cuando no me respiras.

Hay una piel como una piedra,
blanca coraza de hielo
impenetrable, indiferente
cuando no me acaricias.

Hay un boca quieta y muda
ausente de gestos y de risas
sedienta de tu beso
cuando no me besas.

Hay un deseo
pronunciado a la noche
cien veces, mil veces
hasta dormirse agotado
de llamarte.

Hay un intento
de arrancarte de mi cuerpo
cada día.
Pero sobre todo hay un intento
inútil, y sentenciado a muerte.


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