Sufro – dijo ella –
Escribe – sentenció sin mirarla –
Las palabras nos vacían
de pensamiento
y el dolor se escurre
entre las manos
como agua que no retorna
Siempre retorna – es inevitable –
la tristeza se hace líquida
desborda, se agota, se seca
y vuelve a fluir
Vuelve a escribir – y esta vez sonrió –
Las lágrimas se hicieron palabras
y éstas agujas
el papel fue pañuelo,
cuna y abrigo
Mientras escribía,
crecía
mientras crecía,
reía
mientras reía,
transformaba.
El relámpago se hizo brisa,
la brisa viento sur
y al amanecer
sufría
casi sin darse cuenta.
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